Libros gratis para una Madrid en crisis

Fuente: bbc.co.uk

Nadie volverá a ver la librería como la vio este cronista. En la calle Covarrubias de Madrid, España, unos opacos carteles en las ventanas, unos libros colgados y un letrero pequeño en el timbre eran todos los indicios para hallar Libros Libres.

Al entrar, las puertas se abrían a un apartamento elegante, convertido en casa de libros, libros liberados.

Adentro, recorriendo los anaqueles ensamblados a partir de pallets reciclados, estaba Isabel, quien arrastró a su hermana Inés a acompañarla, después de que por dos vías diferentes sus amigos le recomendaran ir.

Cualquiera, como Isabel e Inés, puede ir y llevarse los ejemplares que quiera (o casi: el número está vagamente limitado a la cantidad que se pueda cargar en las manos).

El proyecto comenzó, entre otras cosas, por exceso. Es una iniciativa de la organización no gubernamental (ONG) Grupo2013. Esa ONG construyó y mantiene una serie de bibliotecas en Nicaragua, Perú, República Dominicana y Madrid.

Para esos proyectos recibe donaciones de editoriales. Un día se dieron cuenta de que les sobraban ejemplares. Fue uno de los elementos, junto con el deseo de promover la lectura y tener un espacio físico desde el que lanzar nuevas iniciativas vinculadas con la educación, que se conjugaron para que naciera Libros Libres.

«La librería se convierte así en un punto de encuentro de alta cultura, gratuita y de fácil acceso», le dijo a BBC Mundo la encargada de Libros Libres, Catalina Benavides.

«Posibilita que aquellos libros con peligro de caer en desuso, puedan llegar a un público muy heterogéneo».
«¡Qué pesada mi hermana!»
El proyecto se sostiene con donaciones de editoriales y particulares, además del alquiler y ventas de DVDs, donaciones monetarias ocasionales y con la cuota anual de 12 euros que pagan quienes deciden asociarse.

Aunque no se asoció, Isabel se llevó un DVD de alquiler, el de El Jardinero Fiel. El proyecto, dijo, le parece «increíble, no estamos acostumbrados a tanta libertad».

Inés, quien llegó tras quejarse un poco («¡qué pesada mi hermana!») y reconocer que no iba con intención de llevarse nada, fue -de las dos- quien terminó con un libro entre manos, justamente uno que le venía bien para sus estudios.

La librería está inspirada en un proyecto de Estados Unidos, llamado The Book Thing of Baltimore (La Cosa del Libro de Baltimore), fundado en 1999. Otro elemento de inspiración, aunque indirecto, fue la crisis económica en la que está sumida España, le contó a BBC Mundo Benavides.

Aunque «no surgió por la crisis», explicó, «ésta sí actuó como catalizador de proyecto».

Menos, dijo, tiene que ver la constante digitalización de los textos que leemos, que dan pie a nuevas formas de consumo (en tabletas, móviles y lectores de libros electrónicos) y de la escritura.

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En todo caso, explicó, «hemos observado que el perfil de las donaciones y sus donantes está relacionado con la realidad socioeconómica actual: cuestiones como la falta de espacio (pisos más pequeños)» son nodales en ese sentido.
Competencia
En el contexto de crisis en que está sumida España, entonces, ¿estarán enojados los libreros de la zona con el proyecto?, ¿afectará sus ventas?

David Moya, gerente de Books Center, una librería comercial a minutos de allí, cree que no, que más bien el proyecto los impactará en forma positiva, porque genera interés en los libros, como «las bibliotecas, que existen desde siempre».

«Quien hoy va a llevarse uno gratis allí, mañana pasa por esta librería y compra», le dijo a BBC Mundo.

Juanjo, un habitué de Libros Libres, está de acuerdo. Reconoce que si busca algo puntual irá a una librería comercial y que allí va para curiosear, «porque si estás buscando algo no lo encuentras, pero si no, sí que te vas encontrando cosas».

Esta librería cataloga muy vagamente los ejemplares, no tiene novedades ni ediciones especiales, ni enciclopedias, ni libros de texto, revistas o cómics. Todo eso, explica Benavides, se conjuga para que no sea competencia para las librerías tradicionales.

No será competencia para las librerías tradicionales, pero tampoco es lo que era cuando este cronista la visitó y ya nadie nunca volverá a verla igual.

Es que se mudó, a apenas 200 metros de distancia. Ahora es un local a la calle, es más grande y la visita más gente. Este cronista la visitó también; y se llevó «Galíndez», de Vázquez Montalbán, que planea devolver cuando termine de leer.