25 de noviembre de 2012
Fuente: noticias.terra.es
La «adicción intensamente compulsiva» a Internet y a los celulares ha creado una nueva oportunidad para los novelistas porque una forma de remediarla es con un buen libro en las manos, dijo la noche del sábado el escritor estadounidense Jonathan Franzen, declarado un constante reincidente de ese vicio.
«Está claro que es una adicción intensamente compulsiva (…) yo mismo me pongo ansioso cuando paso dos horas sin chequear mi correo electrónico, es como la ansiedad que sentía cuando pasaba dos horas sin fumar cundo fumaba», dijo en conferencia de prensa en la XVI Feria Internacional de Libro de Guadalajara, al ser consultado sobre su temas de preocupación.
«Me preocupa la tecnología y el consumismo y la forma en cómo ambas encajan», dijo el autor nacido en 1959 en Chicago, Illinois (Estados Unidos), y una de las principales figuras literarias presentes en el mayor evento editorial en español, que se extenderá hasta el 2 de diciembre en la ciudad del oeste mexicano.
«Al mundo le pasa algo que no pidió (…) porque no fue que hace 20 años la gente dijera: ‘Dios, quisiera tener twitter’. Algo nuevo entró al mundo y disturba y no tiene sentido», consideró.
Pareciera, ironizó el escritor, que la gente que intenta negar esa adicción tiene un diálogo interno semejante a este: «¿No es mucho mejor que pueda fotografiar mi comida antes de comerla y tú puedas ver la fotografía de mi comida en Los Ángeles? ¡Es grandioso! ¡El mundo es un mejor lugar!».
«Yo no compro eso», dijo tajante el autor de «Fredoom» (Libertad, 2012) y «The Corrections» (Las Correcciones, 2001), que en la charla reveló que pasa mucho tiempo tratando de satisfacer las demandas de sus diferentes personalidades, que son de tres a cinco, entre las que se encuentran también las de algunas mujeres.
«Yo escribo para la gente que se aburre viendo las fotografías de la comida de otras personas», prosiguió.
El autor estadounidense considera que por eso se ha abierto una posibilidad para los novelistas, porque no se puede leer bien «enviando mensajes de texto o tuiteando».
Recordó que al platicar con personas que pasan mucho tiempo en la red ha descubierto que todas tienen la amarga sensación de querer «no haberlo hecho» y que para sus adentros siente que piensan «si tan sólo pudiera liberarme de mi mail, sin tan sólo pudiera liberarme de mi adicción a estar navegando en internet».
«Creo que es una oportunidad para los novelistas, porque ofrecemos la posibilidad de dejar de pensar en eso por un momento. Yo mismo cuando dejo de pensar en mi correo electrónico es cuando estoy envuelto en la lectura, y aunque durante ese tiempo los correos siguen llegando, no importa porque yo estoy leyendo», aseguró el autor.