Bienvenido al Club…de lectores

Por: Alfonso Guevara

En muchos lugares y países existe multitud de “Club de Lectores”. Hay club deportivo, de tenis, de ajedrez, de futbol, de automóviles, náuticos, estudiantiles, de observadores de aves, etc., infinidad de todo tipo de clubes. Pero no se le da mucho énfasis ni publicidad al “Club de Lectores”. Para algunos esto tiene un cierto aire o aura de algo elitista y no debiera serlo.

Uno de estos clubes esta en Wellington, Nueva Zelanda. La gente llega a una especie de salón-cafetería, se agencian una taza de café o té y de inmediato apagan los teléfonos móviles y otros aparatos con internet. Se sientan o hunden en unos cómodos butacones y leen en silencio por una hora.

El propósito de un club así no es “hablar” de literatura ni comparar notas de algún libro leído, sino estar en silencio leyendo. Sin duda una disciplina saludable en medio un mundo ruidoso, rápido y ocupado. La idea es apagar todos los aparatos y desconectarlos por una hora y leer sin interrupciones.

Esto no es nuevo, se ha hecho por siglos en las bibliotecas antes de Google, Facebook, teléfonos inteligentes, tabletas y dispositivos parecidos nos desviaran la atención y fraccionaran nuestro tiempo.

Se me ocurre que nuestras librerías cristianas promocionaran y avanzaran esta propuesta; incluso que organizaran clubes así. Estoy seguro que ya hay muchas que lo hacen y sería bueno saber los resultados que han tenido.

La lectura así es un arte perdido que bien pudiéramos recuperar. Los expertos dicen que leer lentamente sin prisas tiene un montón de beneficios. Por ejemplo, mejora la habilidad de concentración, reduce los niveles de estrés y profundiza la habilidad de pensar, escuchar y empatizar. También mejora y aumenta el vocabulario. Un estudio que se publicó en una revista de neurología donde siguieron los patrones de conducta de lectura desde la niñez hasta la adultez, en total unos 300 ancianos, se comprobó que este hábito de leer desde pequeños logro desacelerar la pérdida de memoria.

En otra investigación publicada en Developmental Psychology (Psicología de Desarrollo) en el año 1997 arrojo que la habilidad de leer en el primer grado (escolar) estaba relacionada a los logros académicos de once grado (bachillerato o secundaria).

Conversando con mi esposa en nuestra caminata matutina nos cuestionábamos el hecho de haber exigido más de nuestros hijos que leyeran cuando los criábamos desde pequeños. Esto es vital para los padres con hijos pequeños; deben de inculcar y exigir la lectura en sus hijos desde infantes para que puedan ser competitivos en una sociedad y mundo complejo que no espera por nadie y cada día acelera más la información y la informática. Los niños que no tienen el hábito de lectura sin duda tienen un hándicap comparado con otros que si lo tienen y se abrirán camino en los estudios en la vida.

Estos clubes de lectura están proliferando en las grandes ciudades aquí en los Estados Unidos debido al declive en el hábito de lectura de mayores de 18 años (Pew Research Center). Les llaman “fiestas silentes de lectura”, con muebles cómodos, vino y música clásica.

Cuando leemos más en Twitter, Facebook o cosas parecidas que un libro entonces necesitamos hacer algo al respecto. Nos hemos vuelto una sociedad de “mirones”. Las imágenes nos atraen más que las letras. No queremos pensar, ponderar, deducir. Si seguimos así la materia gris se ira poniendo más oscura. Queremos ver para entretenernos. Otros expertos estudiaron la manera que personas veían la Internet (Web) en la pantalla y se dieron cuenta que lo hacían en forma de efe “F”. Este patrón hace que las personas no asimilen el texto completo ya que se saltaban párrafos o tenían lagunas mentales. En conclusión, dicen los científicos que esto no es beneficioso para desarrollar la habilidad de una comprensión más profunda.

En un estudio que se hizo en el 2007 con cien personas revelo que las presentaciones de multimedia mezclando palabras, sonidos e imágenes en movimiento resulto en tener menos comprensión que leyendo un simple texto.
La lectura lenta significa un regreso a un ambiente silente y libre de distracciones y a un patrón (de lectura) lineal y continuo.

Lo recomendable es formarse esta disciplina diaria de 30 a 45 minutos libres de teléfonos móviles, computadoras, televisión y cualquier otro dispositivo que nos distraiga. ¿Quiere sacar aún más provecho? Tome note de lo que lee. Haga resúmenes. Ponga en papel sus conclusiones.

Algunos proponentes más conservadores (como este servidor) recomiendan libros impresos porque son recordatorios visibles al tenerlos en casa, a mano.

Antes de abrir el libro, respire profundo y varias veces, como oxigenar la mente, relájese y sumérjase en la lectura y vuelva a la superficie 40 minutos después. ¡Bienvenid@ al Club!