En la más reciente premiación anual de SEPA, el libro Una iglesia conforme al corazón de Dios, de Editorial Portavoz, fue galardonado como «Mejor libro original en español 2011».
Su autor, el Dr. Miguel Nuñez es médico de profesión y pastor de vocación, con una maestría en Teología del Southern Baptist School for Biblical Studies. Es pastor titular de la Iglesia Bautista Internacional de Santo Domingo, República Dominicana.
Les presentamos algunos de sus comentarios referentes al premio y al contenido de su libro.
¿Qué significó para usted el premio al Mejor libro original en español 2011?
Aprecio grandemente el premio de Mejor Libro Original en Español 2011. Esto no es motivo para llenarse de orgullo, sino que aumenta mi responsabilidad de seguir batallando en aras de una iglesia mas fortalecida y de mayor impacto.
¿Por qué escribió este libro?
El libro Una iglesia conforme al corazón de Dios es una respuesta a la crisis ministerial de nuestros días; creo que viene allenar un vacío en el mundo hispano en vista de lo poco que se ha publicado acerca de la iglesia desde un ángulo puramente bíblico más que pragmático.
Este no es un libro de iglecrecimiento, sino que más bien representa una «fotografía» de la iglesia de nuestros días con la intención de contribuir a su sanación y fortalecimiento.
¿Es la iglesia que usted pastorea el modelo de una «iglesia conforme al corazón de Dios?
La primera vez que pensé en el título de este libro, “Una iglesia conforme al corazón de Dios”, tuve dudas acerca del uso de este nombre. Temí que algunos pudieran pensar, antes de leer el libro, que el autor usara este nombre pensando que él pastorea la iglesia ideal, libre de los errores típicos de las demás iglesias. Y es por esto que desde el principio quisiera dejar claramente establecido el hecho de que nuestra iglesia está muy lejos de ser la iglesia modelo.
¿Y cómo surge entonces el título del libro?
Después de haber considerado varios títulos posibles, hubo algo que entiendo que Dios trajo a mi mente y me animó a hacer uso del nombre que finalmente seleccionamos. Me refiero al hecho de que David fue llamado por Dios, “un hombre conforme a su propio corazón” (1 S. 13:14), a pesar de que este rey estaba muy lejos del estándar de la perfección.
Cuando hablamos de una iglesia conforme al corazón de Dios estamos hablando de ver la iglesia de Cristo a la luz de lo revelado en su Palabra, para corregir las desviaciones en las que cada uno de nosotros haya incurrido.
¿Cómo puede una iglesia llegar a ser «conforme al corazón de Dios»?
Lo que Dios haya revelado en su Palabra para la iglesia debe ser el patrón que cada iglesia debiera perseguir. El estándar de Dios debe guiar la visión y la misión de la iglesia.
Cuando hablamos de visión, estamos hablando de algo que estamos persiguiendo y que aún no hemos alcanzado. Una vez alcanzada la visión, ya deja de ser visión y pasa a ser realidad. Esa es la razón por la que la visión de una iglesia es algo que de alguna forma siempre pertenece al futuro. Si fuera algo del pasado, ya no le llamaríamos visión, sino logros.
Esto debe ayudarnos a entender lo que estamos tratando de comunicar con el título de este libro. Queremos que la revelación de Dios para su iglesia sea continuamente nuestro norte y aquello que perseguimos continuamente hasta su regreso a nosotros.
Hay muchas iglesias atravesando crisis y problemas, y su crecimiento y fortalecimiento se ven afectados. ¿Cómo pueden superar esa etapa?
Cualquier enfermedad que experimente la iglesia de Cristo, exhibirá síntomas que nos permitirán encontrar la raíz del problema en una mala teología, usualmente con una mala aplicación. La Palabra es el ancla que mantiene a la iglesia estable, segura y cerca del puerto que no es otro que el corazón de Dios.
Al observar el desarrollo de las iglesias, es frecuente que estas se enfermen en sus primeros años de crecimiento, lo cual requerirá un trabajo continuo de revisión, confesión, arrepentimiento y redirección. Las iglesias son plantadas y comienzan a crecer, y en el proceso de crecimiento cometen muchas inmadureces al igual que ocurre con los niños y jóvenes durante su proceso de crecimiento y maduración.
Todos eventualmente pasamos a la edad adulta, pero muchos son los que se quedan en la adolescencia emocional y espiritual y así ocurre con las iglesias. Si bien es cierto que la perfección es inalcanzable en este momento de la historia redentora, no es menos cierto que la Palabra nos llama a ser maduros (Ef. 4:13). Con esa idea en mente, he querido escribir un libro que contribuya a la madurez de la vida espiritual de las iglesias y eso va a requerir mucho más que un mero conocimiento.
¿Entonces las iglesias tienen que tener un equilibrio entre lo que predican y lo que viven?
Sabemos por la misma Palabra que no basta con abrazar la ortodoxia; es necesario también tener una ortopraxis; una práctica correcta de lo que el texto bíblico señala. Hay varias maneras en las que la práctica ha hecho daño a muchas de las iglesias de Cristo. Podemos predicar la doctrina correcta y no vivir por ella. Eso debilita la autoridad de la Palabra frente a ese pueblo que escucha, y le resta credibilidad al liderazgo que la dirige.
Tenemos que evitar el convertirnos en buenos oidores, sin nunca llegar a ser buenos hacedores como nos advirtiera Santiago (1:22) en su carta. Igualmente podemos incurrir en el error de tener una buena exposición de la Palabra y entendimiento de la práctica, pero no ser cuidadosos al aplicar el estándar de Dios dentro de nuestras iglesias, sobre todo cuando éste es aplicado selectivamente a unos sí y a otros no. Esto ha sido causa de descontento, salidas y divisiones en muchas de las congregaciones de los santos.
¿Qué papel juegan los líderes de las iglesias?
La ortodoxia y la ortopraxis de la doctrina se benefician mutuamente cuando estas van acompañadas de un liderazgo transparente y que no teme a ser vulnerable ante el pueblo de Dios. Esa es la esencia de la humildad, de la no pretensión y la forma clara de transmitir a las ovejas el mensaje de que nosotros tampoco hemos llegado a la meta.
Cuando esto no está presente, la congregación llega a la conclusión errada de que sus líderes carecen de debilidades y no se ven estimulados a la confesión de sus pecados porque nunca han oído a sus líderes hablar de sus faltas. La congregación se convierte en un pueblo que vive con la idea de que “yo estoy bien y tú estás bien” por usar el título de ese libro que años atrás alcanzó gran éxito en la sociedad secular.
Todo esto contribuye al hecho de que las congregaciones muchas veces tengan ideas muy erradas de su líderes y tienden a vernos como personas “casi infalibles”; y nosotros, los líderes, hemos contribuido a esa imagen al no compartir nunca con los miembros nuestras debilidades, errores y hasta nuestros temores.
Sin embargo, con el tiempo, dejamos ver nuestras grietas, y cuando nuestras ovejas las descubren, se desilusionan y muchas hasta dejan enfriar su fe. Pero peor aún, cuando los líderes no compartimos nuestras debilidades y nunca pedimos perdón, el pueblo de Dios crece sin confesar sus pecados, sin vida de arrepentimiento porque nunca la ha visto ser modelada desde el púlpito, y esto hace mucho daño al pueblo de Dios que no experimenta el poder purificador del Espíritu de Dios debido a su falta de arrepentimiento.
¿Cuál es el reto que lanza en su libro?
Es nuestro deber como cristianos al inicio del siglo XXI, asumir nuestra responsabilidad y empuñar nuevamente la espada del evangelio de Cristo que es poder de Dios para salvación. En el pasado el evangelio supo derribar imperios, liberar esclavos, iniciar avivamientos y estabilizar naciones.
El poder de la Palabra es el mismo y es a la iglesia como columna y sostén de la verdad a quien se le ha concedido el privilegio de proclamarla. Ninguna otra institución tiene ese derecho y ese privilegio.
El premio otorgado por SEPA a su libro lo expondrá a muchos más lectores. ¿Cuál es la meta que desearía alcanzar?
Este libro, sin lugar a dudas, no representa la última palabra en materia de eclesiología, y más bien es presentado a la comunidad de creyentes con el deseo de contribuir a la formación de un pueblo que honre a nuestro Dios de manera que su nombre no sea blasfemado entre los incrédulos a causa de nosotros.
Oramos para que aquello que Dios haya inspirado y que haya encontrado su lugar en este libro sea sembrado con poder en la mente y el corazón del lector. Y que aquello que haya sido puramente una idea del autor sin aprobación divina, sea llevado por el viento de su Espíritu, y que de esta manera Dios separe el grano de la paja.
El premio otorgado por SEPA a su libro lo expondrá a muchos más lectores. ¿Cuál es la meta que desearía alcanzar?
Este libro, sin lugar a dudas, no representa la última palabra en materia de eclesiología, y más bien es presentado a la comunidad de creyentes con el deseo de contribuir a la formación de un pueblo que honre a nuestro Dios de manera que su nombre no sea blasfemado entre los incrédulos a causa de nosotros.
Oramos para que aquello que Dios haya inspirado y que haya encontrado su lugar en este libro sea sembrado con poder en la mente y el corazón del lector. Y que aquello que haya sido puramente una idea del autor sin aprobación divina, sea llevado por el viento de su Espíritu, y que de esta manera Dios separe el grano de la paja.