El mito de la familia perfecta

Israel Belo de Azevedo
Editorial Hagnos

¡Mi familia es así porque yo soy así!

Mi familia es así porque yo soy así. Miente quien dice que es fácil vivir en familia. Miente quien dice que es posible vivir sin familia. Nadie escoge la familia de la que hace parte. El hijo no escoge al padre que va a tener. Un hermano no escoge a su hermano. Son todos de la misma familia, pero ninguno pidió estar en ella. Es por eso que el sabio de la Biblia admite que puede haber amigo más cercano que un hermano. Esta, aun así, no es la idea. En una familia, las personas son diferentes. Un padre cría a sus hijos de forma aparentemente igual, pero ellos son diferentes unos de los otros.

Un hermano que tiene otros hermanos, tiene que relacionarse diferente con cada uno de ellos. Cada persona tiene sus preferencias. A unos les gustan las matemáticas y otros les gusta la música. Cada uno tiene su temperamento. Unos son callados y otros son extrovertidos. Esas diferencias deben ser respetadas, y también valoradas. Son estas las que convierten a la familia en el lugar ideal para el desarrollo de las personas. En el proyecto de Dios, es dentro de la familia que debemos aprender las verdades esenciales de la vida, especialmente el valor máximo de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.