Dios, Ciencia y Conciencia

Antonio Cruz
Editorial Clie
El famoso zoólogo y etólogo británico, Richard Dawkins, -conocido en todo el mundo por su furibundo ateísmo- dice en el libro El espejismo de Dios que la creencia en Dios se puede calificar de delirio o locura. El apóstol Pablo afirma que: «el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son una locura; y tampoco las puede entender, porque tienen que discernirse espiritualmente» (1 Co. 2:14).


¿Quién tiene razón, Dawkins o Pablo? ¿Podemos confiar en el testimonio de la Biblia cuando nos habla de Dios o quizás corremos el peligro de volvernos locos? ¿Cómo es posible saber que la Escritura es verdaderamente la Palabra de Dios y no una colección de mitos y fábulas inventadas por los hombres, como creen algunos?

Este libro responde en tres capítulos a los grandes cuestionamientos actuales sobre la realidad divina: 

El primero se refiere a preguntas procedentes del ámbito de la cosmología contemporánea y analiza si los modelos científicos que se proponen socavan la necesidad del Dios creador o, por el contrario, la refuerzan. 

El segundo, presenta el misterio del origen de la vida así como de la información biológica que la sustenta como inexplicables desde una cosmovisión puramente naturalista. 

El tercero y último, se introduce en el análisis de la conciencia humana para concluir que sólo puede proceder de una mente inteligente y consciente, como la del Dios que se revela en las Escrituras.

Breve, de lectura fácil, escrito por un reconocido científico y apologista cristiano en un lenguaje popular y comprensible para todos. Un excelente libro de evangelización, a la vez que el texto de apologética ideal para padres cristianos con hijos en edad escolar.

La única forma coherente de explicar todos estos fenómenos es reconocer que están por encima de las realidades físicas a las que la ciencia humana tiene acceso. Es inconcebible que la materia, por sí sola, sea capaz de generar seres que piensan y actúan. La vida, la conciencia, la mente y el yo, sólo pueden tener su origen en lo divino.

El libro se cierra con una CONCLUSIÓN de carácter evangelístico, y se completa con un INDICE ANALÍTICO y ONOMÁSTICO.