Un tema tan importante como candente. No dejemos que la ignorancia siga ganando terreno. Es tiempo de encender una luz en la oscuridad. Reconocer que un hijo nuestro es adicto, cuando es así, es resolver la mitad del problema en el que nos encontramos. La negación es la primera reacción con la que nos defendemos ante ese tremendo ataque a nuestro orgullo. Esto es lo que duele al momento de reconocerlo: el orgullo. Pensamos que, si nuestro hijo tiene problemas con el consumo de sustancias, es porque en algo y en algún momento nos hemos equivocado junto a él. Pero ¿en qué? ¿Cuándo?
Este libro responde a todos esos interrogantes.