Annie Lobert no era muy distinta a la mayoría de muchachas. Se crió en una pequeña ciudad y tenía luchas comunes con amigas, la escuela y los chicos.
Su hogar estaba lleno de agitación y, como sucede con demasiada frecuencia, ella sufrió abusos sexuales por parte de un amigo de la familia. Conoció el sufrimiento, pero no conoció el amor.
Tristemente, la historia de Annie no es única. Hay jóvenes que caen tropezando en los brazos del mundo de la prostitución que está a la espera. El tráfico sexual de personas y la participación en la prostitución, ya sea por elección, fuerza o extorsión, es un triste mundo lleno de sueños rotos.
