Librería: un negocio duro en México

Eduardo Batista
Fuente: El Financiero.com.mx

Abrir una librería independiente en México es un desafío superado únicamente por la dificultad de mantenerla en un país donde este tipo de espacios son cada vez menos, coinciden representantes del sector.

De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria Editorial (Caniem), entre 2010 y 2012 –el último año cuantificado– un estimado de 117 librerías tradicionales desaparecieron, dejando un total de mil 198, aproximadamente (tan sólo en Barcelona, por ejemplo, hay 6 mil 609).

“La librería sí es negocio, pero no uno fácil”, asegura Enrique Richter, presidente de la Asociación Nacional de Libreros Mexicanos (ALMAC).

Un gremio desunido, una Ley de Fomento para la Lectura y el Libro “inoperante” y un gobierno desinteresado en las políticas culturales son los problemas principales que enfrentan los libreros en México, considera Alejandro Zenker, dueño del sello El Ermitaño, quien pese a llevar 30 años en el negocio editorial, tuvo que pasar por diversos obstáculos para abrir su librería en el DF.

Cumplió su sueño en agosto pasado, en la colonia San Pedro de los Pinos, habiendo comprobado que los préstamos financieros para los libreros son casi inexistentes. “Hace un par de años, Conaculta lanzó una política de apoyos para industrias culturales que acabó siendo una tomada de pelo, porque los préstamos eran muy leoninos. En lugar de ayudarnos, nos acabó perjudicando. Hasta quedamos endeudados”. La solución, considera, sería que las instancias culturales otorguen préstamos a fondo perdido y préstamos con tasas de interés de muy bajas a nulas.

Comprobó también que no hay incentivos fiscales para abrir una librería. “Tuvimos que tocar puertas en busca de ayuda. Los trámites burocráticos son complicados y aún no sé a qué institución dirigirme. El Conaculta debería estar más atento a este tipo de problemas”.

Juan Luis Bonilla Rius, dueño de Bonilla Artigas Editores, coincide: “Ni a la SEP ni a Hacienda les interesa el asunto. La ley del libro está ahí, pero no se cumple; el precio único al libro no se respeta y no hay quién castigue al infractor”. Y es que, destaca, aún existen lagunas jurídicas en el Reglamento.

El hecho de que el gobierno sea el productor y distribuidor de los libros de texto gratuitos, en vez de canalizar esa producción a la industria privada, es también identificado por los libreros como una competencia desleal.

Ante este panorama, las beneficiarias han sido las grandes cadenas, sostiene Bonilla. “Han logrado altas ventas a costa de otros. Sus descuentos de hasta 50 por ciento muchas veces atentan contra la ley. En este medio ha habido mucha sangre. Muchos se han quedado en el camino debido a las crisis económicas. Todo comenzó en los años 80, después del terremoto; demasiadas librerías se cayeron y la devaluación del peso nos pegó”.

Antes de que se fijara un precio único al libro, la competencia con las cadenas generó en el público una idea de que las librerías independientes eran caras, lo que contribuyó a que cientos de ellas cerraran, agrega Bonilla. En lugar de unirse más, los miembros del gremio han optado por dividirse. “Esto es una jungla, cada quien ve por sus intereses, tanto los editores como los libreros”.

También es cierto que muchos de estos espacios están desapareciendo porque no se adaptan al nuevo mercado, advierte Arturo Ahmed, director general del Instituto de Desarrollo para Libreros (Indeli). “La realidad es que los consumidores han cambiado”, afirma.

Cada vez más establecimientos dedicados a vender libros buscan ofrecer una experiencia, y se apoyan en servicios complementarios como las cafeterías, restaurantes e incluso bares con actividades culturales, para apuntalar sus ganancias.

FALTA DE NÚMEROS

Uno de los obstáculos de mayor dimensión para visualizar de forma cuantitativa la situación del gremio es la carencia de estadísticas reales en el negocio de las librerías, advierte Zenker. “Es muy difícil cuantificar porque ni los editores ni los libreros quieren dar a conocer sus cifras”. Fuera del Congreso de Libreros Mexicanos (COLIME) –organizado por el Indeli– y la Feria del Libro de Guadalajara, la industria no tiene más espacios para debatir posturas, añade.

Además, no todas las librerías del país están incorporadas a la ALMAC. “Muchos libreros no quieren pagar una cuota anual, la cual va de los 2 mil 500 a los 30 mil pesos, en el caso de las grandes cadenas”, puntualiza Richter.

Contra esta problemática se debe actuar rápido para no entrar en una crisis sin precedentes, advierten los libreros.

“El gobierno no entiende que se trata de un sector de importancia estratégica para el desarrollo del país, que incluso podría aportar mucho más al PIB. En lugar de estar fomentando elefantes blancos como Educal, y erogar sumas millonarias al Conaculta, debería diseñar políticas de emprendimiento cultural que permitan abrir nuevos espacios de lectura. En ese sentido, hemos fracasado como país, ya que no hemos podido incrementar el número de lectores”, concluye Zenker.

LIBRERÍAS EN NÚMEROS

1,198 librerías hay en México, aproximadamente

30% se encuentra en el DF

32% tiene entre 10 y 20 años

45% se localiza dentro de otros espacios

55% vende títulos de interés general

80% vende ediciones de importación

2.94 libros lee un mexicano al año

123,620 habitantes por librería en el DF

Fuente: CANIEM y Encuesta Nacional de Lectura (Inegi)

Lo que nos deparará la economía en 2013

Fuente: bbc.com.uk

La economía global no está a punto de congelarse, como sucedió con la recesión que siguió al derrumbe de Lehman Brothers en 2008, pero tampoco en 2013 tendrá ese repunte decisivo que le permitirá recuperar el tiempo perdido y ahuyentar los peores fantasmas.

El último informe de Naciones Unidas pronosticó un crecimiento mundial de 2,4% para el nuevo año, un ajuste a la baja respecto a predicciones previas.

El diagnóstico de la ONU es claro: «Cuatro años después de la erupción de la crisis financiera global, la economía mundial todavía intenta recuperarse. En 2012 hubo un nueva desaceleración económica y muchos países desarrollados sufrieron su segunda recesión en poco tiempo».

A pesar de esta fragilidad, Kevin Dunning, analista de economía global de la Economist Intelligence Unit (unidad de análisis de la revista británica The Economist), predice un repunte económico en la primera parte del año.

«Hay varias medidas de estímulo fiscal o monetario lanzadas en 2012 que van a hacerse sentir en la economía real en 2013. La emisión de dinero electrónico en Estados Unidos y Reino Unido, la inversión fiscal en China o el recorte de las tasas de interés en países emergentes van a producir un impacto positivo en la economía global», le dijo Dunning a BBC Mundo.

Por más positivo que suene, no será suficiente. Las predicciones de los organismos multilaterales y de las principales usinas de pensamiento económico mundial coinciden en que no solo este año nuevo, sino también 2014, estarán plagados de dificultades.

El esquivo motor del crecimiento

En el informe de la ONU se predice un crecimiento para Estados Unidos del 1,7%, mientras que la eurozona lo hará con un magro 0,3% (con varios países como Grecia, España e Italia hundidos en procesos recesivos) y la tercera economía del mundo, Japón, seguirá luchando contra las tendencias deflacionarias que la han empantanado.

Los pronósticos varían, pero tienen una característica común: un pesimismo en aumento. En su informe anual de octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) predecía un crecimiento global del 3,6%, muy por encima de la proyección que hizo dos meses más tarde la ONU, pero bastante por debajo de la que el mismo FMI había hecho en julio.

Una segunda característica es que todos las proyecciones coinciden en que la zona más dinámica del planeta será nuevamente Asia (6,2% de crecimiento) y que el resto del mundo en desarrollo será un polo de expansión (3,8% en América Latina, 4,8% en África), comparado con el pálido desempeño de los países desarrollados.

En la economía de la posguerra, el crecimiento global dependía del mundo desarrollado. El surgimiento de China e India como potencias globales cambió la ecuación, pero todavía no constituye un nuevo orden económico mundial.

Estados Unidos y la Unión Europea (UE) siguen representando casi la mitad del producto global. China, apenas un 10% y Sudamérica, un 7%.

Las diferencias de distintas naciones y regiones sigue siendo evidente.

Obstáculos, peligros y desafíos

Aun un crecimiento tan discreto como el que se predice para este año puede descarrilarse si se hace realidad alguno de los graves peligros que amenazan a la economía global.

La eurozona es uno de ellos. En 2012, las 17 naciones que usan el euro como moneda común tuvieron un crecimiento negativo del 0,5%, que escondía en su interior extraordinarias disparidades (la caída de Grecia superó el 7%, mientras que Alemania creció un 0,8%).

El impacto negativo del plan A de la eurozona (Austeridad) y el desempleo masivo –en España se calcula que casi el 27% estará sin trabajo en 2013– prefiguran un año muy complicado tanto en lo económico como en lo político y social.

«Creemos que políticamente habrá una relativa estabilidad, porque no hay partidos con una alternativa a lo que está en marcha. Pero el riesgo de una implosión social es muy serio por el impacto del programa de austeridad», le comento a BBC Mundo Marie Dirone, economista senior de la consultora internacional Ernest & Young.

Una implosión social pondría en entredicho la sostenibilidad del euro y del actual programa de austeridad, y podría disparar una reestructuración de la deuda de varios países, un hecho con fuerte impacto en el sistema financiero.

China es uno de los países que estará más pendiente de la crisis europea. La Unión Europea (UE) es su principal socio comercial: la desaceleración china se debió en gran medida a la caída de sus exportaciones al viejo continente.

Pero China está al mismo tiempo embarcada en un proceso de transformación de una economía que crecía en base a exportaciones a otra que depende más de su mercado doméstico. La asunción, este año, de Xi Pinjing como nuevo presidente de China –ya sustituyó en noviembre de Hu Jintao como secretario general del Partido Comunista– ocurrirá en medio de esta transición entre dos modelos.

«China ha crecido durante mucho tiempo a más del 9%. La prioridad del nuevo gobierno será avanzar en este cambio estructural sin poner tanto el acento en el crecimiento que se mantendrá entre el 6 y el 8 por ciento», le dijo a BBC Mundo la economista china Hong Bo, catedrática de la Escuela de Estudios Orientales Africanos (SOAS, por sus siglas en inglés), de la Universidad de Londres.

A diferencia de otras épocas, esta vez Estados Unidos no puede arrastrar por sí sola al resto del planeta por el sendero de la recuperación.

Las predicciones de crecimiento para este país oscilan entre el 1,7% y el 2,2%.

Ninguno de los dos pronósticos le permitirá recuperar el terreno perdido con la crisis 2008-2009. Los temblores que han producido las negociaciones entre demócratas y republicanos en torno al llamado abismo fiscal -un incremento automático de impuestos y un corte del gasto público con fuerte impacto recesivo– muestran a las claras la vulnerabilidad de la primera economía mundial.

¿Y América Latina?

Gracias a un mayor crecimiento intrarregional, a una diversificación de sus socios comerciales y, sobre todo, a los cambios que produjo China en la dinámica mundial, América Latina está hoy menos expuesta a los vaivenes del mundo desarrollado.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región crecerá un 3,8%, más que el 3,1% de 2012 y que la media mundial del 2,2%, pero menos que el 4,3% de 2011.

En Brasil y Argentina se espera que el impacto de medidas fiscales contracíclicas se hagan sentir en la primera mitad del año, acompañando la leve mejoría de la economía mundial. El crecimiento de los dos gigantes del Mercosur debería ayudar al resto del bloque.

Según la CEPAL, el crecimiento estará liderado por Paraguay (8,5%), seguido por Panamá (7,5%), Perú (6%), Haití (6%), Bolivia (5%), Chile (4,8%), Nicaragua (4,5%) y Colombia (4,5%).

México crecerá un 3,5%, siempre pendiente del desempeño estadounidense, que dinamiza su propio rendimiento económico.

El panorama no es sombrío pero, como todo pronóstico, estará a merced de esa fastidiosa amante de lo impredecible que es la realidad.